La arzobispa de Perth, en Australia Occidental, afirma que la Iglesia se enfrenta a enormes desafĂos para transmitirle la Buena Nueva a los jĂłvenes, aunque tambiĂ©n hay historias de esperanza que surgen en sus comunidades.
La Reverenda Kay Goldsworthy fue la primera mujer en ser ordenada en el episcopado de Australia en 2008. Ahora dirige la diĂłcesis metropolitana de Perth, en el extremo oeste de Australia, y supervisa unas 105 parroquias situadas en una zona vibrante y llena de vida.
La arzobispa Kay hablĂł con el equipo de la Conferencia de Lambeth sobre los retos a los que se enfrenta, entre ellos la reconciliaciĂłn con los pueblos indĂgenas de Australia presentes en su zona y sobre la manera de transmitirles el Evangelio a las nuevas generaciones.
«Parte de la proclamaciĂłn de la Buena Nueva en este momento significa realmente trabajar en la manera en que nosotros, como Iglesia, somos capaces de dar pasos de reconciliaciĂłn con los primeros pueblos de este paĂs. En donde vivo, tambiĂ©n se encuentra la comunidad aborigen del pueblo Whadjuk de la NaciĂłn Noongar. Tenemos consideraciĂłn y emprendemos acciones sobre la manera en la que podemos fomentar nuestro papel de reconciliaciĂłn al reconocer a los primeros pobladores de este territorio y asegurarnos de que nuestra huella sea respetuosa de aquĂ en adelante».
«Hablo desde un contexto tanto de lamento y arrepentimiento, como de esperanza en el futuro y desde un sentido real de la misericordia y la gracia de Dios. Estoy en una tierra que es antigua y que tiene una cultura ininterrumpida de miles y miles y miles de años que queremos honrar». La arzobispa Kay dijo que habĂa muchas preguntas que la comunidad europea de habla inglesa debĂa plantearse en cuanto a la forma de pedir perdĂłn, de reparar las injusticias del pasado y de apoyar y escuchar lo que pueden hacer por un mundo mejor y más prĂłspero.
En relaciĂłn con las barreras para la fe en sus comunidades, dijo que ha habido una pĂ©rdida de confianza en la Iglesia y tambiĂ©n una apatĂa por parte de muchos jĂłvenes.
«En Australia, una serie de encuestas recientes revelĂł que un gran nĂşmero de jĂłvenes no se siente muy interesado en la vida de la Iglesia. En un intento por nombrar este fenĂłmeno, un profesor universitario ha acuñado esta nueva palabra: ‘apateĂsta’. Me encantan los tĂ©rminos nuevos. Resume dos grupos de personas, si se quiere, los apáticos, a los que no les interesa nada, y los que toman una postura fuertemente atea. La proclamaciĂłn de la Buena Nueva que tenemos que dar como cristianos debe hacerse en este contexto para los jĂłvenes, asĂ que ha sido un reto muy interesante».
Con casi 20.000 jĂłvenes en las escuelas de la diĂłcesis, la arzobispa Kay dijo que se estaban enfocando en la misiĂłn en las escuelas desde una variedad de frentes.
«Esta es una de las modalidades de trabajo a nivel macro para llegar a los jóvenes. Hay jóvenes que a menudo viven situaciones muy complejas en casa o que viven sin mucha esperanza». A través de varias agencias y en las parroquias se están llevando a cabo programas y se ofrecen oportunidades para involucrar a los jóvenes a través de la posibilidad de jugar en las instalaciones de las Iglesias. La arzobispa dijo que también están llegando a jóvenes en riesgo de quedarse sin hogar.
«AsĂ mismo, estamos junto a los jĂłvenes que claramente van a ser lĂderes en el futuro. Las parroquias están alentando a los jĂłvenes a asumir funciones de liderazgo, a crecer en su comprensiĂłn de sĂ mismos como discĂpulos y a estar equipados para ser testigos de la esperanza que hay en ellos».
«Creo que cada persona cristiana es un indicador de la vida de Cristo y de la invitación que Dios quiere hacer y está haciendo en nuestras vidas a conocerle y a seguirle para darle a conocer».
«Me motiva todo lo que el clero y los lĂderes laicos están haciendo en la vida de las parroquias, incluyendo aquellas personas que están en zonas muy remotas. Por ejemplo, una de las parroquias de nuestra diĂłcesis está a siete horas de la ciudad en automĂłvil. AsĂ que se trata de un sitio muy retirado».
ExplicĂł que la sacerdotisa de este pueblo minero en particular habĂa logrado establecer buenas conexiones con la comunidad escribiendo artĂculos semanales en el periĂłdico local y siendo capellana honoraria en la escuela minera local, donde los estudiantes se forman para diversas funciones en la comunidad minera.
«La sacerdotisa también está cada vez más conectada con la comunidad aborigen. Y junto con quienes están a su alrededor, y hombro a hombro, son capaces de ser signos de la Buena Nueva que vive la Iglesia como parte de una especie de semillero, imagino, pero como la vida de la Iglesia en una comunidad más amplia».
En otra parroquia se dieron cuenta de que habĂa muchos jĂłvenes que habĂan llegado del extranjero, por lo que decidieron ofrecerles cursos de inglĂ©s como segunda lengua.
La arzobispa explicĂł: «Al hacerlo, descubrieron que muchos habĂan salido de la cárcel y se habĂan incorporado a la comunidad como refugiados. HabĂan llegado buscando amistad, buscando comunidad y buscando apoyo. Cuando empezaron a aprender inglĂ©s y recibieron apoyo de la gente en la vida de esa comunidad parroquial, escucharon la Buena Nueva de JesĂşs y algunos de ellos se convirtieron al cristianismo. Gracias a esto se fue formando una congregaciĂłn de habla farsi».
«Estas historias son una inspiraciĂłn para mĂ. Hace un par de semanas, estuve en una iglesia parroquial en la que todos los viernes se organiza un almuerzo comunitario. Me sentĂ© junto a algunas personas que habĂan vivido una gran parte de su existencia sin hogar». La arzobispa Kay descubriĂł que muchos de los asistentes al almuerzo venĂan de situaciones complejas, como el abuso de sustancias o la dependencia a las drogas y el alcohol.
«Esta provisiĂłn de cuidado a travĂ©s de la comida es la historia de JesĂşs, que solĂa compartir alimentos con personas que no sabĂan cĂłmo poner un pie dentro de un espacio religioso. Y asĂ, este espacio religioso se abriĂł de lleno a la comunidad, de modo que las personas están encontrando por sĂ mismas una esperanza fresca, un corazĂłn fresco y nuevas formas de responder a Dios en sus vidas».